Defenestrada, pero nunca vencida, Amalia, una jueza de un juzgado de instrucción de Lugo, vive retirada en Navia de Suarna, y desde su casa roja contempla a menudo la noche densa y hermosa, plagada de estrellas, de las indomables montañas de Os Ancares lucenses. Ahora trabaja como abogada resolviendo los pequeños asuntos de sus habitantes. Su deseo de justicia y reparación sigue intacto, no han acabado con él quienes que la apartaron de su carrera. Entonces se empeñó en destapar un macrocaso de corrupción en el que estaban implicados políticos relevantes del Partido Demócrata Cristiano, que gobierna Galicia y España esquivando un escándalo tras otro, empresarios, abogados, jueces o magistrados del Supremo. Ya no es jueza, también ha dejado por el camino su matrimonio, su maternidad y a buenos amigos, aunque ha hecho otros nuevos, como Flor, la dueña de la taberna O Burato, donde Amalia come todos los días con sus dos copas de mencía O mejor dicho, comía, pues ha aparecido muerta en su cama al anochecer. Blanqueo de capitales, proxenetismo y prostitución, políticos sobornados , abogados sin escrúpulos, dos pa