Mientras Lucía viaja a Buenos Aires atravesando la vastedad de la geografía argentina, recuerda su infancia en un pueblo de provincias, su colegio de pago en el que ella era la niña pobre Un día a Lucía le picó una araña venenosa. Sus amigas consiguieron llevarla hasta una curandera que, además de salvarle la vida, le lanzó un terrible sortilegio. Al cumplir los dieciocho años, Lucía deja el pueblo para marcharse a la gran ciudad y allí conoce a Pedro, un periodista de tercera que se enamora de ella. Pero Lucía no tarda mucho en abandonarlo y desaparecer sin dejar rastro.